Desde la esperanza, sin embargo
No espero nada de proclamas revolucionarias
menos de los versos nacidos en el fragor de la batalla
No es sólo el gesto o la risa
lo que tuerce el destino o templa la espada
Hará falta algo más que manos blancas al aire
para derrocar al tirano
Ellos no van a esperarnos
no van a escucharnos
Tienen todo que perder: a sus esclavos
No doblegarán su poder ante nuestro avance
Cargarán cañones y dispararán
No esperemos, tampoco nosotros
No esperemos comprensión o justicia
No esperemos el cambio
porque el camino lo guardan sus soldados
Si sigue habiendo arriba y abajo
Abajo y arriba
No bastarán 500.000 firmas
Me tiene seducido el título del poema, la dosis medida entre escepticismo y vitalidad, elaborando la pócima exacta que nos permita resistir sus embestidas y doblegar su tiranía.
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