Poemas y delirios de Alicia Martínez
La montaña calla
reivindica su altura

con silencio
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lunes, 12 de septiembre de 2011

Jacinta Gil Roncalés verá publicado su poemario

La que fuera novia del poeta José Luis Hidalgo hasta acompañarle en su lecho de muerte, la pintora valenciana Jacinta Gil Roncalés, verá por fin editado su poemario Espadas de Arena, gracias a la labor de difusión de la Universidad de Cantabria. Será a través de la colección Itinerarios, dirigida por Mario Crespo - quien ha seguido el rastro de Jacinta hasta EL DORADO, donde unas amigas y los miembros de la TERTULIA DISPERSA le realizaron un homenaje. Además la edición tendrá la colaboración de la Fundación Gerardo Diego.

Para ir abriendo boca vayan por delante algunos poemas de Jacinta Gil Roncalés y un fragmento del maravilloso prólogo escrito por una de las mujeres que más está ayudando a Jacinta a dar a conocer su obra poética: Carmen Ballester.


Desde el último lugar donde rompen las olas, como una imagen de su propia poesía, surge la voz de Jacinta Gil Roncalés de lo más profundo de su pensamiento para retratar las incongruencias del espacio social. Su poesía desvela una mirada crítica hacia la idiosincrasia actual, responde a un peculiar temperamento fraguado con los años de denuncia a través de su obra plástica y que se realza, a su vez, con atrevida ironía. Ciertamente, con la sabiduría que otorgan los acontecimientos vividos y el deterioro del tiempo patente en su cuerpo, se distingue su palabra, todavía indeleble, en esta recopilación titulada Espadas de arena. Crónicas poéticas.
Cercana a personajes que protagonizan la poesía de posguerra, se sumerge, en los años cuarenta, en el mundo de las tertulias literarias acompañada de su buen amigo el poeta José Luis Hidalgo, donde conoce a autores como Pedro Caba, Vicente Gaos, Ricardo Juan Blasco, Jorge Campos, José Hierro, etc. La penuria avivaría el ingenio creativo de jóvenes que, en torno al local Gato negro y a través de la revista El Corcel, ofrecerían a la sociedad sus mejores inquietudes bajo una comprensión existencialista1. De este tiempo, persiste en Jacinta el recuerdo de sus juveniles escapadas al mar, convertidas en refugio donde todavía poder conservar los sueños.
"José Hierro: Los recuerdos de años juveniles se me agolpan y reviven el tiempo en que tú, Pepín, que así te llamábamos los amigos, carecías de todo alimento, vivienda, razón para luchar en un país en el que solamente soñar no nos estaba prohibido... Y para evadirnos de cuanto nos atenazaba buscábamos el mar. Tú y José Luis Hidalgo con vuestras carencias económicas, yo con mis problemas de represión familiar. El mar nos espantaba los fantasmas, nos creaba una libertad de sueños. Luego nacían los poemas, rompiendo caminos, llenando nuestras vidas de efímeras verdades... La marea nos llevó a todos. La muerte de José Luis nos hirió profundamente..."2


Y UN POEMA:

42/


Están ahí

Ellas están ahí, bajo la tierra,
con sus heridas y sus esparadrapos.
Ellas están ahí, con el cabello
mojado por las filtraciones de la lluvia.
Están ahí, porque no fueron
capaces de enfrentarse al enemigo.

Te quiero”. Esa palabra
se deslizaba entre las sábanas
en los primeros tiempos,
cuando el sudor trepaba hasta tu pecho
como caliente espuma.

En la oscuridad del lecho
él hundía su hierro entre tus piernas.
Entonces no sabías, que, en la madrugada
los vecinos vieron tu camisa
flotando sobre el río.

Mil noches apagarán las luces
y caerán sobre tu cuerpo
manchando de granate
el escenario del crimen.

Mil noches te quemarán los ojos
con la sal de tus lágrimas.
Mil noches, desgreñada,
pedirás socorro a los rincones
bajo el hacha del miedo.

La mañana rompió tu dignidad
arrastrándola por el suelo.
No se oyeron los gritos de la muerte
ni el resuello del tigre
detrás de las paredes.

Ahora estás ahí, tu carne tiene
el color violáceo
de las estatuas sumergidas.

Ahí estás, incubando
venganzas imposibles.

Te sellaron los labios
el puñal y la piedra.
Cayeron las acusaciones
igual que la ceniza
entre los anillos de los jueces.

Se secaron las gotas de tu sangre
sobre los azulejos
que decoran la cocina.

Se enfriaron los hornillos,
bajáronse las persianas.

Tu madre, anoche ya durmió.
Por la tarde regó las macetas
con restos de humedad en la mejilla.
La semana que viene llevará
veintisiete crisantemos
y los dejará caer sobre tu nombre.

Y para terminar una anécdota de cuando fuimos a comunicarle a Jacinta la noticia, en el blog de Tertulia Dispersa: http://tertuliadispersa.blogspot.com/2011/09/visita-importante-jacinta-gil-roncales.html