Poemas y delirios de Alicia Martínez
La montaña calla
reivindica su altura

con silencio
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Desdeelsilencio
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viernes, 14 de octubre de 2011

A Isaac

Foto: Mis hijos, África e Isaac.
"Cuando una madre amamanta a su hijx, el cordón umbilical cercenado al nacer vuelve a crearse, esta vez tejido con fino hilo de plata, invisible a la vista. Un vínculo que va más allá del amor."

Recupero los siglos perdidos por el hombre
con sólo un gesto de mi pecho cíclope.

Miro tu perfil cincelado en carne nueva
Tus ojos, verde selva, todavía extravían la mirada
El mismo bosque perdido con el que tu padre
sembró de amor las sangres de las que naciste

Siete soles, desde entonces, te han alumbrado
Siete lunas han mecido tu sueño
y compartido mis vigilias
Aún la lluvia no ha mojado tu piel;
el viento de otoño se retrasa
y ya una lágrima mía ha desbordado tu rostro
- ordeñada por tu respiración de cachorro hambriento -
Amamantarte con sangre de mi vientre, si es preciso

He descubierto mi pecho para ofrecértelo,
ahíto de savia.
Me he desvestido de siglos
para darte a la mujer que me habita

Tú, rosa fruncida, a la espera de rocío
Manos vagabundas de caricias
Llanto seco


Cierro los ojos
Escucho el rumor de tambores viejos
el aullido de las lobas
el latido de las mujeres muertas
la llamada de las madres - la Madre -
Hundo mis pies en la tierra húmeda
tierra de conchas rotas
Y avanzo

Te rodeo de abrazos
Mi carne cae sobre la tuya
Te envuelvo
Madre e hijo son, otra vez, uno
Simiente y tierra
Sol y agua
Luna y sueños

Cubrid mis senos henchidos de vida
Sólo ahora se mostrarán de uno en uno


(a Isaac, por no rendirse)