Poemas y delirios de Alicia Martínez
La montaña calla
reivindica su altura

con silencio
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domingo, 27 de octubre de 2013

Recitando en el interior de la ballena: Crónica de las presentaciones de 'No se le miran las bragas a la muerte', Alicia Es. Martínez Juan



'No se le miran las bragas a la muerte (Cantos del Des)' comenzó su andadura en Francia en el Festival de Poesía Voix Vives en Sète. Allí comprobé que mis poemas llegaban a la médula de franceses e hijos y nietos de exiliados españoles con una fuerza que nunca antes había sentido. Allí firmé mi primer poemario de Cantos del Des a una mujer (Laura) fantástica, que más tarde he sabido que ha leído algunos de mis poemas en celebraciones familiares y que los relee cada noche en la cama. Que te lleguen estas reacciones es algo ya impresionante. Pero aquí en España no ha sido hasta esta semana que el libro ha empezado a volar y lo ha hecho de una forma íntima, ensoñadora, preciosa.


















La primera presentación fue el jueves en el Invernadero de la Escuela de Artes y Oficios. Llovía a mares, había muchísimos actos en Toledo, pero los amigos arroparon, también muchísimas personas que se acercaron a escucharnos a Manuel Palencia (que presentaba el libro) y a la pareja Ethnos Atramo que pusieron música a los poemas de una forma magistral y sentida. Fue una tarde memorable. El sueño de una poeta, en un invernadero decimonónico con nervudos sostenes de hierro y el techo agrietado de las emociones. Fue como recitar en un estómago, o en las entrañas de una enorme ballena, como recitar en medio de un naufragio, como si todos fuéramos capitanes que nos negáramos a abandonar el barco que se va a pique, confiando en el abrazo, dispuestos a morir y a mirarle las bragas a la muerte con el mentón bien alto. Mientras nos hundíamos, los músicos seguían tocando, las palabras se elevaban cada vez más altas, más hondas, más nuestras. Fue el sueño de una poeta que exhibe las bragas y lo que haga falta para que las emociones calen, poesía de calado, de naufragio, de estómago ulceroso, mientras, al otro lado, los granados reventaban rojos contra la lluvia de fin de siglo que mojaba las piedras y a nosotros. Y todo ello, arropada por más de 50 amigos, más de 50 almas que bailaron al unísono de una respiración entrecortada. No queda más que decir. Tan sólo y todo: GRACIAS. con áfrica, Isaac, Tallulah, Ethnos Atramo Manuel Palencia Cuéntame Toledo Joan Gonper Esa Pedazoor Verbalina Escritura Creativa Laura LenguadegatoDani Perro Flaco Modroño Vicenta García Escobar Mariantonia Rp Carlos Ávila, Marisol, Ronda, Pepa Vioque, Rosa Trujillo Nieto, Amadeo, Antonio Lázaro, Federico de Arce, Rosa Rovira, Pepita, Valle, y todos los fotógrafos y un montón de amigos más...



Al día siguiente, viernes, estrenábamos poesía en la Librería Dalcó, acostumbrada a charlas políticas y reflexiones sobre la actualidad, sede de IU, maravillosa librería donde nos acogieron con cariño y esperanza en la palabra, de la mano del amigo Matías Escalera. Cuando se cierra el círculo: tras la intensidad y el húmedo calorcito toledano en el invernadero, poetizamos con Matías Escalera (con una lectura de Cantos del Des que será publicada en Youkali y en la que ha dicho (qué gran amigo) que es un gran poemario) con Begonya Pozo (cuántas afinidades en poéticas tan equi-distantes), y entre el público Maribel (actriz valenciana de gran sonrisa blanca), Félix Grande, Paca Aguirre y Guadalupe Grande (reencuentro con Guadalupe Grande, qué gran noche en El Dorado hace ya casi seis años (Isaac dixit: y pedazo borrachera) y encuentro inmenso con Félix y Paca, a quienes no conocíamos todavía: inmenso comprobar que la poesía es legar la lucha sin ira ni rencor);

también estaban Ahmad Yamani y su amiga (perdón no recuerdo su nombre, pero sí que era hermosa y dulce), Carlos Jiménez, Óscar Curieses,... En fin, inmenso, familiar y memorable. No hay bastante sonrisa...



El próximo viernes más participaré con Cantos del Des en la primera edición de Voces del Extremo en Madrid, lo que me hace mucha ilusión porque la vida me ha impedido siempre ir a Moguer, y necesito sentir el Extremo. 


Os dejo las maravillosas palabras de Manuel Palencia en la presentación de 'No se le miran las bragas a la muerte' en Toledo, las fotos y un vídeo de los eventos.

NO SE LE MIRAN LAS BRAGAS A LA MUERTE. Manuel PalenciaSiempre que presento un poemario intento diseccionar el sentido de esa poesía, desde donde viene, desde donde le viene dada al poeta, donde están sus entrañas más recónditas.
Por lo tanto, siempre que presento un poemario, lo hago buscando como poeta mi propia poesía en los poemas del otro.
En este caso, al conocer a Alicia, a uno no le queda más remedio que buscarla a ella también en sus versos con la intención, a veces aviesa, de encontrarme con lo que le hace daño y lo que le hace feliz, con los pulsadores y resortes de su vida, su esperanza, su dolor y su felicidad.
Y, por qué no, también encontrarme a mí mismo y reconocerme en ese poemario, que ha escrito otro, con la esperanza de que lo haya construido con tus mismos materiales. No hay mejor poesía que la que nos identifica y con la que nos identificamos.Y todo esto es lo que he encontrado en el poemario de Alicia, además de honestidad, inocencia, ingenuidad, crueldad, desencanto, alegría, desconsuelo:
En este libro veo un recorrido por la vida y por la muerte, un largo viaje desde los confines de su infancia, la veo atravesar el desierto indómito de su adolescencia, la incómoda llanura de su juventud y, por fin, llegar a Toledo, a su madurez, a este bosque de cipreses, de coníferas, para darse cuenta de lo que se dan cuenta todos los poetas tarde o temprano, que su única patria es la infancia.Es verdad que a la muerte no se le deben mirar las bragas, generalmente porque no suele llevarlas puestas y la contemplación de la bisectriz de su pelvis resulta totalmente descorazonadora. Solo podemos mirarle las bragas a la muerte en la infancia, ya que en esa edad aun somos capaces de burlarnos de todo, o si no, también desde los ojos de un niño, esos ojos que nos ponemos algunas tardes para que lo que nos da miedo, nos dé risa y lo que nos da risa, nos dé miedo. Solo desde esos ojos infantiles, salvajes, y espléndidos, somos capaces de mirarle las bragas a la muerte.
Si lo haces de otra manera, no será impunemente. Yo, en cierta ocasión, no solo quise mirárselas, sino quitárselas también, en un exceso de osadía amorosa y, ya veis, la muerte se burló de mi galanteo, vació mis cuencas de un solo suspiro, advirtiéndome mientras escupía mis ojos a los peces, de que a ella solo le miraban las bragas los niños que nunca dejan de serlo.
Ahora, Alicia desgrana los cuentos de esa infancia en poemas, los da la vuelta, y nos muestra lo que ella veía detrás de aquellos cuentos imposibles con los que nos arropaban y que nos empeñábamos en creer, aun sabiendo que escondían terribles realidades, que esbozaban tan solo, el mundo verdadero con el que algún día habría que encontrarse irremediablemente.
Alicia ha sabido poetizar ese mundo, ese viaje, la soledad de Alicia en el país de las maravillas, la cruda realidad de Alicia en el país de la avaricia, y esto ya es otro cuento, porque Alicia ya no quiere que le cuenten cuentos, ha visto las bragas a la muerte, y ahora, los cuentos se los va a contar ella solita, sin miedo. Y a partir de aquel libro de las mil y una miradas, forjado en su infancia, Alicia ha escrito este poemario cruel y desnudo, que es como un cuento terrible, como un viaje, como una llamada, como un enigma, como un golpe, tras el que se atisba la incorruptible felicidad de Alicia y un misterioso Toledo que la arropa y la envuelve. Esta ciudad de cuento y también de poesía, esta ciudad en la que cada calle es un presentimiento, en la que al doblar cada esquina podemos encontrarnos con la ingrávida Alicia sonriendo, porque está escribiendo a diario su propio país de las maravillas. 



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